martes, 9 de octubre de 2012

LA ESCRITORA TERESA DOVALPAGE, EN OTROS CAMINOS

Grace Piney Especial/El Nuevo Herald Teresa Dovalpage nació en La Habana (1966). Emigró en 1996 y actualmente reside en Taos, Nuevo México. Estudió Lengua y Literatura Inglesa en Cuba e hizo su doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Nuevo México, donde enseña español.

En el 2004, publicó Posesas de La Habana (Ed. Pureplay Press) y A Girl Like Che Guevara (Ed. Soho Press). En el 2006, es finalista del premio Herralde de Novela y Anagrama publica su novela Muerte de un murciano en La Habana; en el 2009, gana el premio de novela corta Rincón de la Victoria con El difunto Fidel C, que recién se ha publicado (2011). Tiene dos colecciones de cuentos: Por culpa de Candela (2008) y Llevarás luto por Franco y otros relatos (2011), y dos piezas de teatro: La hija de la llorona y Hasta que la mortgage nos separe. En los próximos meses debería salir a la luz su novela Orfeo en el Caribe y La regenta en La Habana.

Escribe en español y en inglés, y sus textos rezuman su sentido del humor hilarante y fresco; entre los amigos se firma “la T”. El aluvión de cubanismos que nos cae encima cuando abrimos un libro de Teresa es como si pudiéramos sentarnos tranquilamente en un parque de los pueblos cubanos y viéramos pasar a los personajes que los hacen pueblo, con sus típicos comentarios de barrio. Consigue transmitir la gracia, el doble sentido, lo voluptuoso del habla cubana; lo que en Cuba llaman “relajo” (no hablo de sexo). Que lo anterior sea efectivo es posible también, en parte, por el uso de los recursos de la novela costumbrista y la de enredos que hace.

En Posesas de La Habana narra la vida de una familia cubana, desde el punto de vista de cuatro mujeres pertenecientes a generaciones sucesivas “que al reflexionar sobre sus vidas, durante una noche de apagón, cubren la historia de Cuba desde principios del siglo XX hasta principios del XXI”. En El difunto Fidel C. retoma la atención a las relaciones de familias y, aunque se presenta como un “relato agridulce y burlón de la vida miamense”, podría ser la vida de cubanos por todo el orbe. En Llevarás luto por Franco y otros relatos pone un punto de atención en los cubanos en España y en la isla en relación con los extranjeros, desparpajo incluido (lenguaje de adultos: p. 91-92).

Hay una especie de matriarcado resentido en Posesas de La Habana que podría ser interesante tomar como leitmotiv y observar cómo se presenta en el resto de la obra de Dovalpage; esto en relación con la visión que tienen de sí mismas y del resto de las mujeres los personajes femeninos. En Posesas… el personaje de la jinetera es el ideal de la generación más joven; en la última obra publicada, Llevarás luto…, la jinetera va de capa caída y terminará de caer en una de las novelas que está por salir, Orfeo… La matriarca, en cambio, va degenerando a matrona que alquila cuartos por horas. Las cándidas ancianitas que desvencijan a turistas ¿tienen algo que ver con las primeras mujeres que esperan la luz?

La evolución de la narrativa de Dovalpage se encuentra en un punto peligroso: el momento en el cual comienza a repetirse o en el que tiene lugar una ruptura en cuanto a estilo, recursos utilizados y otros elementos. Va a ocurrir lo segundo.

La regenta en La Habana debería situar la obra de Teresa Dovalpage en las líneas sólidas de la literatura latinoamericana. Hasta aquí, podía pasar por una autora midiendo sus posibilidades en cuanto a la escritura y al lenguaje. El lector disfrutará volver a pensar en La regenta de Clarín, con cuya obra se establece el diálogo intertextual, y disfrutará de su cubanía.

Según Dovalpage, su obra comienza a romper el vínculo que hasta ahora la ha mantenido dentro de los cánones de la literatura cubana. Los textos en los que trabaja andarán otros caminos y explorarán estilos diferentes.•

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