en marzo de 2008, en la web de El Mundo se empezó a publicar un blog «gay» que iba firmado por un tal Martín Lobo. El decálogo con el que se iniciaba Blogback Mountain, con algunos retoques, sirve también para abrir este Diario de Martín Lobo, que ―dejémoslo claro desde el principio― no es una recopilación de textos sino una novela. Una obra de ficción protagonizada por un personaje de ficción inventado por un periodista del diario El Mundo, que lo bautizó con el nombre de Martín Lobo, y al que Carmen Rigalt califica en su elogioso prólogo como el «héroe de una tribu que que tiene su leit motiv en el sexo». En este contexto, resulta lógico pensar que el personaje haya tomado prestados bastantes rasgos del autor, aunque ignoramos en qué porcentaje Martín Lobo es trasunto del periodista que tanto éxito cosechó con su divertido y ácido blog, y que optó por «matar» a su personaje cuando estaba en un punto álgido. Pero Martín no estaba muerto, estaba de parranda, mientras su sufrido creador engordaba inventándole una vida novelesca.
cierto es que Martín cumple con algunos de sus mandamientos, aunque falla en el primero: «Nunca, jamás, bajo ningún concepto, abras los brazos a las cuchillas del amor». Pero Martín es capaz de enamorarse en cuestión de horas, si bien la cosa no suele durar más que unos pocos días, con lo cual sí podría decirse que, a su manera, cumple con tan importante precepto. En el fondo, Martín busca el amor, pero acaba encontrando siempre sexo. Y hace partícipe de sus cuitas «amorosas» a su amiga Sibila, pues de lo que no hay duda es de que cumple a rajatabla con el octavo mandamiento: «Engánchate a las faldas de una mariliendre. Que sea tu sombra, tu confidente, tu coartada, tu cajero automático». Y se lía con un guerrillero kurdo. Ella, no él, pues Martín se lía casi con cualquiera (en las saunas tiene la costumbre de hacerlo con el tío que pase por delante de él en décimo lugar), durante un rato, claro. Pero hete aquí que aparecerá en su vida un ruso que le romperá los esquemas, y también un noruego.. Ay, Martín. ¿Volverás a colgar tus provocativos escritos en la red? Qué sabe nadie, pero de momento nos contentaremos con poder disfrutar de tus andanzas convertidas en muy entretenida novela.
(Bernardo M. Briz, Shanguide, julio del 2010)
cierto es que Martín cumple con algunos de sus mandamientos, aunque falla en el primero: «Nunca, jamás, bajo ningún concepto, abras los brazos a las cuchillas del amor». Pero Martín es capaz de enamorarse en cuestión de horas, si bien la cosa no suele durar más que unos pocos días, con lo cual sí podría decirse que, a su manera, cumple con tan importante precepto. En el fondo, Martín busca el amor, pero acaba encontrando siempre sexo. Y hace partícipe de sus cuitas «amorosas» a su amiga Sibila, pues de lo que no hay duda es de que cumple a rajatabla con el octavo mandamiento: «Engánchate a las faldas de una mariliendre. Que sea tu sombra, tu confidente, tu coartada, tu cajero automático». Y se lía con un guerrillero kurdo. Ella, no él, pues Martín se lía casi con cualquiera (en las saunas tiene la costumbre de hacerlo con el tío que pase por delante de él en décimo lugar), durante un rato, claro. Pero hete aquí que aparecerá en su vida un ruso que le romperá los esquemas, y también un noruego.. Ay, Martín. ¿Volverás a colgar tus provocativos escritos en la red? Qué sabe nadie, pero de momento nos contentaremos con poder disfrutar de tus andanzas convertidas en muy entretenida novela.
(Bernardo M. Briz, Shanguide, julio del 2010)
1 comentarios:
Hace poco terminé de leer el Diario de Martín Lobo, y me encantó. No podía dejar de leerlo, me atrapó la trama, apasionante; los personajes, redondos; el dominio de la metáfora y del ritmo en la frase, espectaculares. Recomiendo su lectura encarecidamente.
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