De nuevo Eros, el que afloja los miembros, me estremece,
dulceamarga criatura inexistente.
Ya se han puesto la luna
y las pléyades; mediada
está la noche, pasan las horas,
y yo duermo sola.
Eros sacudió mi corazón, como el viento
que en el monte cae sobre la encina.
Pues aquellos a quienes
quiero bien, esos son de todos
los que más me dañan.
dulceamarga criatura inexistente.
Ya se han puesto la luna
y las pléyades; mediada
está la noche, pasan las horas,
y yo duermo sola.
Eros sacudió mi corazón, como el viento
que en el monte cae sobre la encina.
Pues aquellos a quienes
quiero bien, esos son de todos
los que más me dañan.
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