miércoles, 16 de septiembre de 2009

El hechizo

Alex es un tímido, guapo y tranquilo funcionario que ha sido abandonado por Justin, su amante de los dos últimos años. Justin, algo más joven que Alex ―y mucho menos tranquilo―, se ha ido a vivir con su nuevo amor, Robin, un atractivo, atlético, refinado y carismático arquitecto cuarentón a quien conoció en una de sus tumultuosas incursiones a los lavabos públicos. El comienzo de la relación entre Robin y Justin fue puro sexo anónimo, pero lo que empezó en un urinario ha acabado en una casita en la idílica campiña de Dorset y en una relación casi ―o sin casi― conyugal.

pero a Justin ―rubio, seductor poco menos que profesional y aspirante a actor― le encanta tener a todos sus hombres, presentes y futuros, bajo el mismo techo, e invita a Alex a pasar unos días en su nuevo paraíso. Y allí el tímido, refinado y encantador funcionario conoce a Danny, el jovencísimo hijo de Robin, fruto de un lejano pasado bisexual. Danny, gay como su padre, es un audaz explorador de la vida nocturna londinense, experto en discotecas y éxtasis diversos, y hará que la tranquila vida de Alex deje de moverse al compás de Haydn y comience a sacudirse al ritmo de la más estrepitosa música dance.

«una novela notable, en la tradición realista de E.M. Forster, Christopher Isherwood y Edmund White. El 'hechizo' del título se refiere, con deliberada ambigüedad, al encantamiento del amor o de ciertas drogas, pero yo pienso que describe muy bien la fascinación que ejerce la tersa, irónica prosa de Hollinghurst» (Andrew Biswell, Literary Review)

«una novela vibrante, colorida, a menudo sorprendente.. Su autor es un magnífico constructor de personajes, y sus penetrantes observaciones sobre la naturaleza humana (gay o no) confieren una notable profundidad y verosimilitud hasta a los actores menos importantes de esta maravillosa fábula amoral» (Publishers Weekly)

«Jane Austen con pene y éxtasis» (Carmen Callil)

«la novela más civilizada que he leído este año, y una de las más divertidas. Creo que, en el mundo de habla inglesa, sólo él es capaz de escribir con la grandeza de un clásico, e insertar la escena discotequera londinense en el más venerable de los géneros, el pastoral» (Edmund White)

«sexo, amor, drogas y renovación urbanística en un hermoso, hechizante relato que confirma a Hollinghurst entre los grandes escritores de su generación» (The Daily Telegraph)

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