domingo, 8 de marzo de 2009

Sangre como la mía

tres voces masculinas narran su vida en torno a la figura patriarcal de Arturo Juliani, un empresario de éxito que pareciera haber salido de una de las películas que se ven en las salas de cine que maneja. Un patriarca singular, si se considera que la sociedad chilena que transita desde la década de los cincuenta hasta el final de ese mismo siglo es machista y conservadora. En medio de la reprimida sociedad de ese tiempo, carga con el estigma de la homosexualidad encubierta.

el nieto y el sobrino de Juliani, homosexuales también, son el contrapunto generacional que narra los cien años de soledad de una familia condenada a la mentira y a reproducir matrimonios fracasados, en los que las voces femeninas son un eficaz espejo de la frustración de sus maridos. Mujeres infelices que deben convivir con la indiferencia, también tienen que hacer frente a su fracaso como madres, intentando en vano comprender a unos hijos a los que rechazan por su forma de vida y por su condición.

este halo silencioso que envuelve la novela desorbita las voces de los jóvenes de los años cincuenta y precipita al nieto de Juliani a un abismo que se abre con el advenimiento del sida. Es una sangre heredada ―se cuenta la historia de una familia―, sangre infectada como manifestación de una condición errada y errante, que nos recuerda la invención del término homosexual, su tratamiento como una enfermedad a finales del siglo XIX. Así, el lector seguirá también las vidas de Daniel, nieto de Juliani, y de Jaime, que viven en la Nueva York del siglo XXI una historia de amor llena de desesperanza mientras conviven con la enfermedad y con la idea de la muerte, intentando una imposible reconciliación con su pasado en Chile.

en un segundo plano, el provincianismo, los trabajos mediocres y el arribismo definen a la sociedad chilena durante las décadas de los años 50, 60 y 70; el sueño americano, representado por el cine de Hollywood, constituye el mundo ideal para los personajes de la novela, que experimentan como propios los desvaríos, desencuentros y tragedias que experimentaron Elizabeth Taylor, James Dean, Rock Hudson, Montgomery Clift o Marilyn Monroe.

JORGE MARCHANT LAZCANO, nacido en Santiago de Chile y licenciado en Periodismo por la Universidad de Chile, es uno de los escritores más interesantes de la actual narrativa chilena. Ha publicado con gran reconocimiento de crítica las novelas La Beatriz Ovalle (Buenos Aires, 1977, y Santiago de Chile, 1980), La noche que nunca ha gestado el día (1982), Me parece que no somos felices (2002) y La joven de blanco (2004). También es autor del volumen de cuentos Matar a la dama de las Camelias (1986). En teatro ha estrenado Gabriela (1981), sobre la vida de la poetisa Gabriela Mistral, Última edición (1983) y No me pidas la luna (1999).

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4 comentarios:

dintel dijo...

Me acabo de enterar de la existencia de vuestro blog. Me parece una idea estupenda.

Isabel dijo...

Gracias por la recomendación, Tiene que ser interesante la novela.
Un beso

darling dijo...

gracias Dintel, espero verte a menudo por aquí

darling dijo...

Isabel, Jorge Marchant es un gran escritor, a mi me gustó